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OCTOBER 04, 2018

 

¿A pocos pasos de una guerra biológica mediante el uso de insectos?

 

Un proyecto de la agencia de investigación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos podría ser usado fácilmente en el desarrollo de armas biológicas.

 

Edición de genomas (Crispr) Jurisprudencia

 

Debido a los terribles efectos de las armas químicas en los conflictos armados del pasado, ha emergido una conciencia generalizada acerca de su uso. El caso contrario ha ocurrido con las armas biológicas cuyos efectos se han ido desvaneciendo del imaginario colectivo. Un proyecto financiado por la agencia de investigación del Departamento de Defensa de los EE.UU. está despertando preocupación sobre su posible uso indebido en futuras guerras como armas biológicas. El programa denominado "Insect Allies" (Insectos aliados) tiene por objetivo el uso de insectos como dispersores de virus genéticamente modificados en plantas de uso agrícola. Estos virus serían diseñados con el fin de alterarlos cromosomas de las plantas a través de la "edición del genoma". Esto permitiría que las modificaciones genéticas se implementaran rápidamente y a gran escala en cultivos ya establecidos como el maíz. En la revista Science, científicos del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva de Plön y del Instituto de Ciencias de la Evolución de Montpellier, junto con juristas de la Universidad de Friburgo, señalan que el uso de este tipo de sistema podría cambiar fácilmente al enfoque militar como como arma biológica que para el propósito agrícola propuesto.

 

Programa de investigación con dos usos potenciales: los científicos temen que el programa Insect Allies de EE.UU. pueda pueda promover que otros aumenten sus investigaciones en el area de las armas biologicas. MPG/D. Duneka

 

Los financiadores del programa argumentan que la edición del genoma utilizando virus sintéticos abrirá sin fin de posibilidades para cambiar las propiedades de las plantas de cultivo. Estas plantas podrían, por ejemplo, ser alteradas genéticamente de forma casi instantanea para ser menos susceptibles a las plagas o sequías. Hasta ahora únicamente se ha utilizado ingeniería genética en laboratorios direccionada a semillas comerciales, las cuales deben ser plantada por los agricultores anticipando las posibles condiciones ambientales que probablemente surgirán durante una temporada de cultivo. Esto significa que, en el caso de una sequía inesperada, sólo los agricultores que ya habían plantado semillas resistentes a la sequía obtendrían un beneficio. Sin embargo, los autores de este proyecto afirman que la ingeniería genética medidada por insectos ofrecería a los agricultores la posibilidad de alterar las propiedades genéticas de sus cultivos en cualquier momento. El uso de esta tecnología representaría una ruptura radical con muchas de las prácticas agrícolas existentes, lo que podría poner en peligro su coexistencia con la agricultura.

 

A finales del 2016, DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) abrió una licitación para un plan de trabajo de investigación de 4 años. Este programa ha distribuido un total de 27 millones de dólares estadounidenses, con el objetivo de desarrollar virus genéticamente modificados que puedan editar genéticamente los cultivos. El primero de los tres consorcios, el cual está conformado por 14 centros de investigación estadounidenses, anunció su participación a mediados de 2017. Actualmente, los experimentos de Insect Allies están enfocados en plantas de maíz y tomate, las especies de insectos de dispersión involucradas en los experimentos incluyen saltamontes, aleuródidos, y pulgones. El plan de trabajo de DARPA culminará con demostraciones de invernadero a gran escala del sistema funcional de ingeniería, incluyendo los virus dispersados por insectos.

 

Falta de debate público

 

En declaraciones públicas, DARPA afirma que los resultados del Programa de Insectos Aliados están destinados al uso agrícola rutinario, por ejemplo, para proteger los cultivos contra sequías, heladas, inundaciones, pesticidas o enfermedades. Sin embargo, la mayoría de los países que utilizan esta tecnología exigirían cambios integrales en los procesos de aprobación de los organismos modificados genéticamente. Los agricultores, los productores de semillas y en último término, el público en general, también se verían afectados masivamente por el uso de estos métodos. "Apenas existe un debate público sobre las consecuencias de largo alcance de esta tecnología. El Programa de Insectos Aliados es en gran medida desconocido, incluso en círculos de expertos", dice Guy Reeves, del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva de Plön.

 

El programa tiene como objetivo desarrollar insectos transmisores de virus que infesten cultivos. Con la ayuda de la herramienta de edición del genoma Crispr-Cas, los virus pueden modificar los genomas de las plantas. D. Caetano-Anollés

 

Sin embargo, los científicos y juristas de Plön, Friburgo y Montpellier creen que se necesita urgentemente un amplio debate social, científico y jurídico sobre el tema. Entre otras preocupaciones, en su opinión, DARPA no ha presentado argumentos convincentes para el uso de insectos como medio no controlado de dispersión de virus sintéticos al medio ambiente. Además, argumentan que los hallazgos del Programa de Insectos Aliados podrían utilizarse más fácilmente para la guerra biológica que para el uso rutinario agrícola. "Es mucho más fácil matar o esterilizar una planta utilizando la edición de genes que hacerla resistente a los herbicidas o a los insectos", explica Reeves. Considerando estas y otras preocupaciones articuladas en el artículo de Science, el programa DARPA corre el riesgo de ser percibido como un programa que no está justificado para fines pacíficos, como lo exige la Convención sobre Armas Biológicas. Esto, a su vez, puede llevar a otros países a desarrollar sus propias armas de este tipo.

 

En el derecho internacional, es fundamental que un programa de investigación biológica se use exclusivamente con fines pacíficos. La Convención sobre las armas biológicas, en la que son partes más de 180 Estados, obliga a todas las partes a no desarrollar ni producir en ningún caso agentes o toxinas de tipo o en cantidades "que no tengan justificación para fines profilácticos, protectores u otros fines pacíficos". Además, la Convención prohíbe desarrollar o producir "armas, equipos o sistemas de vectores diseñados para utilizar dichos agentes o toxinas con fines hostiles o en conflictos armados". Los autores sostienen que los insectos utilizados para administrar los agentes virales podrían percibirse como ‘medios de administración’ descrito en los términos de la Convención.

 

Convención sobre las armas biológicas

 

A los autores del artículo de Science también les preocupa que el Programa de Insectos aliados pueda incentivar a otros estados a aumentar sus propias actividades de investigación en este campo, independientemente de que este programa demuestre ser técnicamente exitoso o no. Los esfuerzos realizados en el pasado para prohibir el desarrollo de armas biológicas han demostrado la importancia que países como EE.UU aplique dicha prohibición ya que son considerados un ejemplo para el resto del mundo. Basándose en esto, los autores proponen que los EE.UU. deben hacer esfuerzos proactivos para evitar cualquier sospecha de desarrollo de tecnologías con potencial alarmante para su uso en la guerra biológica.

 

Traducción: Derek Caetano-Anollés

 

 

Contacto

Dr. Guy Reeves (Inglés)

Max Planck Institute for Evolutionary Biology, Plön

+49 4522 763-297

reeves@evolbio.mpg.de

 

Dr. Derek Caetano-Anollés (Inglés, Español)

Max Planck Institute for Evolutionary Biology, Plön

caetano@evolbio.mpg.de

 

Publicación original

RG. Reeves, S. Voeneky, D, Caetano-Anolles, F. Beck, C. Boëte

Agricultural research, or a new bioweapon system?

Science; 4 October, 2018

 

Para más información

The ‘Insect Allies’ program

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